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Crianza / Ecomaternidad

La importancia de los peluches para el apego infantil

Cuando era pequeña, tan pequeña que apena tenía una semana de vida, me regalaron un peluche de oso gris y lo pusieron junto a mí en la cuna. Ese peluche se convirtió en mi compañero inseparable de la infancia. Jugaba con él, dormía con él, venía a los viajes… no podíamos estar separados. Aún hoy lo conservo, aunque no con tanta presencia en mi vida. Podría parecer que era un simple peluche, pero para mí era muchísimo más, era un objeto de apego.

Los peluches y el apego

Mi caso no es para nada excepcional, los peluches juegan un papel muy importante en el apego y el desarrollo emocional de los niños. El apego es el vínculo emocional profundo y duradero que se forma entre un niño y sus cuidadores principales, generalmente los padres. Este apego es esencial para el desarrollo saludable de los niños, ya que les brinda una sensación de seguridad y confianza en el mundo. Los peluches se convierten en un símbolo tangible de ese apego y desempeñan un papel significativo en la construcción de la autoestima y la independencia emocional de los niños.

¿Vale cualquier peluche?

Esta pregunta es difícil de contestar, pero la respuesta sencilla es no, no vale cualquiera. Cada niño o niña tiene sus preferencias y los padres y madres sabemos mejor que ninguno qué es lo que más le gusta. Los peluches que les ofrezcamos deben ser adaptados a su tamaño, ni desproporcionadamente grandes ni demasiado pequeños. Deben ser peluches tiernos y bonitos, suaves y agradables. Por eso nuestra selección de peluches es importante. 

El experimento Harlow

A principios del siglo XX se realizó un experimento conocido como el experimento Halow. Esta experiencia, realizada con macacos, consistió en evaluar la capacidad de apego y confianza de un niño hacia un cuidador desconocido en una situación de separación y reunión, utilizando un peluche como elemento de transición. Se demostró que los macacos sentían mucho más apego por los peluches que por otro tipo de materiales.

Y no es para menos, la textura suave de su piel consigue que los peluches proporcionen consuelo y calma, dando sensación de seguridad a los niños y a los macacos del experimento. Solo hay que fijarse, quien tenga hijos o conviva con ellos, que los niños suelen aferrarse a ellos cuando están asustados, cansados o tristes. Esta conexión entre el peluche y la calma emocional se vuelve especialmente importante en momentos de transición o situaciones estresantes, como la hora de dormir, la entrada al jardín de infancia o una visita al médico.

Habilidades sociales y emocionales

El consuelo no es la única virtud de los peluches. Estos fomentan el desarrollo de las habilidades sociales y emocionales, sobre todo en aquellos niños que más les cuesta relacionarse. Los peluches se convierten en confidentes silenciosos con los que los niños pueden hablar y compartir sus pensamientos, emociones e incluso secretos. Los niños suelen atribuirles cualidades humanas a sus peluches, dándoles nombres, personalidades y roles imaginarios. Esta interacción con el peluche les ayuda a desarrollar habilidades lingüísticas, a expresar sus sentimientos y a practicar habilidades sociales, como la empatía y el cuidado.

Otro aspecto relevante de los peluches en el apego infantil es su capacidad para proporcionar un sentido de continuidad y estabilidad. Los niños pasan por diferentes etapas de desarrollo y experimentan cambios constantes en su entorno. Los peluches, al ser objetos físicos constantes y predecibles, ofrecen una sensación de familiaridad y permanencia. Incluso cuando los niños se enfrentan a nuevas experiencias o situaciones desconocidas, tener a su peluche a su lado les brinda un punto de referencia y les ayuda a enfrentar esos desafíos con mayor confianza.

Y por si todo esto fuera poco, los peluches pueden ser transmisores de afecto y amor. Los niños a menudo proyectan sus sentimientos hacia sus peluches, los abrazan, los besan y los tratan con ternura. Esta expresión de cariño hacia el peluche se convierte en una forma de practicar y experimentar el amor y la intimidad emocional. Los peluches también pueden ser utilizados como una forma de enseñar a los niños sobre el cuidado y la responsabilidad, ya que pueden asumir el papel de cuidadores de su peluche, asegurándose de que estén limpios, cómodos y bien atendidos.

No a todos los niños les gustan los peluches

Así como empezaba el artículo hablando de mi caso particular, y después de leer todos los beneficios que tienen los peluches, no está de mal recordar que no todos los niños ni las niñas tienen afinidad por ellos. Algunos simplemente no se fijan en ellos, no tienen un peluche de apego o no los usan en sus juegos. Como en todo, cada individuo tiene sus propias preferencias, lo importante es ofrecerles la posibilidad de tener al menos un peluche y él o ella decidirán si aceptarlo o no en sus vidas.

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